A requerimiento del abogado, doctor Agenor Rodríguez, y para que por nosotros mismos comprobáramos el maltrato de que ha sido objeto por parte de la policía de Laguna Paiva, ayer nos entrevistamos con el delincuente Eulogio Centurión.
Se encuentra alojado en el Hospital de Caridad, curándose de las heridas que recibiera en su lucha con la policía. Es un hombre de 36 años, de estatura regular, grueso, trabajador. Es natural de Sauce Viejo, casado y con seis hijos. Si lo hubiera examinado Lombroso, habría dicho que no es
un criminal nato; y si Dorado Montero, habría producido un dictamen manifestando que el crimen comedido por Centurión es de esos que provoca la fatalidad, sin que ni víctima ni victimario hubieran querido.
Centurión trabajaba de sereno, a causa de haberse quedado manco de la mano derecha por un accidente ferroviario. Hace que trabajaba en Laguna Paiva tres años. Lo vinculaba a su víctima una amistad estrecha, no explicándose él mismo cómo pudieron producirse los hechos. La vida que hacía en Paiva era tranquila. No es como se ha dicho, un alcoholista.

Por lo menos no presenta ningún síntoma de tal. Un detalle que lo revela es que gusta del ahorro. En efecto, mil pesos tenía en el banco cuando ocurrió el hecho.-
"El día 14 del mes en curso - dice Centurión - fui como de costumbre a tomar mi servicio cuando el sereno al que iba a turnar me manifestó que tenía orden del jefe de no entregármelo. Nada dije. Esperé. Cuando vino el jefe le interrogué afablemente me dijo que me fuera. Lo obedecí. Pero me intrigaba el hecho de no conocer las razones por las cuales me despedía. Más tarde me acerqué a él con el propósito de que me manifestara la
causa de su resolución y me contestó airadamente, fuera de sí. Algo grave le ocurría sin duda. Jamás lo había visto de tan mal talante. Insistí, sin embargo, para que me explicara el motivo de mi despido y por toda contestación sacó el revólver y me disparó cinco tiros seguidos.
Encolerizado, entonces, enloquecido me lancé sobre él y ocurrió lo que ya se sabe. Luego me dirigí a mi casa, con el propósito después de entregarme a la policía. Pero ésta echóse sobre mí y por poco si me ultima. Recibí tantos machetazos que sería difícil poderlos contar. Vea usted como tengo el cuerpo, lleno de heridas".
Así explica el hecho Centurión. En efecto, el cuerpo lo tiene magullado a golpes. Tiene heridas de consideración en la cabeza, en las piernas, en los brazos, en todo el cuerpo, en fin. Otro hombre menos robusto que Centurión habría sucumbido.
Cuando el delincuente nos mostraba las heridas, el doctor Rodríguez que nos acompañaba, nos dijo: "Esto es verdaderamente lo que me indigna. La policía no tiene facultades para pegarle a nadie. La ley existe para condenar al que delinque y la cárcel para recluirlo. Pero que por encima de todo derecho la policía pegue y martirice, es irritante. Yo he presentado la correspondiente denuncia en contra de ese abuso".
El doctor Rodríguez manifiesta pasión por las cuestiones criminológicas y tiende a especializarse en ellas. Visita a los presos que defiende muy a menudo. En cuanto a la causa de Centurión se manifiesta optimista. Entiende que es perfectamente verosímil la explicación que da del hecho.
"Un hombre - nos dice - que no ha tenido en su vida un antecedente policial, que es trabajador, aficionado al ahorro y no alcohólico, como se a dicho en las informaciones de Paiva, no puede ser criminal".
Profanos en la materia, sólo nos hemos concretado a consignar fielmente lo que dice Centurión y su abogado, doctor Rodríguez, y a simple título de información periodística.-