Nació
en Santa Fe el 22 de agosto de 1908 y falleció víctima
de una corta enfermedad y cruel dolencia en el Hospital Italiano
de esa ciudad, el 17 de diciembre de 1961.
De familia humilde, Don Enrique se desempeñaba como maquinista
ferroviario de la empresa que entonces pertenecía a capitales
ingleses, y doña Angela Patrizzi cumplía tareas
domésticas atendiendo a ocho hijos, de los cuales Rogelio
era el menor de los varones. Éste cursó hasta
el 4- grado de la escuela primaria en el Colegio de las Adoratrices
de Santa Fe, debiendo abandonar sus estudios para contribuir
al exiguo presupuesto familiar desempeñado tareas varias.
A los 24 años se casa con Rosa Luisa Bernia, al poco
tiempo abre, prácticamente sin recursos, una zapatillería
que instala frente a la estación del ferrocarril sobre
boulevar Gálvez en Santa Fe.
El cierre del puerto significa su primer gran traspié.
Con lo que le queda y por referencia de amistades, el matrimonio
decide trasladarse a la localidad de Llambi Campbell para abrir
un negocio similar, pero la mala suerte los acompaña
y sufren grandes privaciones.
Su desempeño, honradez y natural iniciativa motiva a
los dueños de la tienda a proponerle abrir una sucursal
en Laguna Paiva, designándolo gerente y con una mejora
sustancial de sus ingresos, No lo duda y, aproximadamente en
1936, se traslada con su familia e inaugura la sucursal de Ciudad
de Vigo en el edificio que luego ocupara el gremio La Fraternidad.
Transcurren cuatro años y su necesidad de seguir
desarrollándose lo lleva a trasladarse a un domicilio
más céntrico, ubicado en la esquina de
Mariano Moreno e Ing.
Boasi. Es el definitivo emplazamiento de la tienda
Ciudad de Vigo, la que después de algunos años
adquiere en sociedad con su amigo, vecino y competidor,
Salim S. Sales.
Desafortunadamente ese buen compañero, también
activo y emprendedor, fallece pocos años después,
por lo que don Rogelio, luego de llegar a un acuerdo con los
descendientes, queda a partir de allí como único
dueño del negocio en el que se iniciara como empleado.
Sin embargo, cuando todavía no había transcurrido
mucho tiempo del deceso de su ex socio, la muerte lo sorprende
tempranamente y hace que su esposa e hijos se hagan cargo del
negocio que, finalmente, venden a un joven matrimonio de la
localidad.
Llevó adelante múltiples emprendimientos en distintas
áreas. Sensible a las necesidades de la población
que lo había acogido y, agradecido por ello, dedicó
gran parte de su vida a satisfacerlas.
Así, llevado por ese cometido, integró
la Comisión de Fomento y de la Biblioteca
Juan B. Alberdi; presidió la Cooperadora
Policial; gestionó y consiguió,
junto con las fuerzas vivas de Laguna Paiva, la pavimentación
de los 10 kilómetros que unieron a esta población
con la ruta nacional N° 11. Igualmente estuvo al
frente del Centro de Defensa Comercial y se desempeñó
como primer presidente de la Asociación Cooperadora
del Colegio Nacional que logró, con la construcción
de un edificio prefabricado en el predio de la Escuela
N° 31 Mariano Moreno, que el establecimiento contara
con sus propias instalaciones.
Además, luego de tramitar infructuosamente
desde los ámbitos donde trabajó la radicación
de alguna sucursal bancada que atendiese las crecientes
necesidades de comerciantes, empresarios y productores
de la zona, posibilitó, junto con el esfuerzo
de otras que compartían su inquietud sobre el
particular, la creación de la Cooperativa
Popular de Crédito y Ahorro Laguna Paiva Ltda.,
cuya primera comisión tuvo el honor de presidir.
Por otra parte, en su condición de hombre multifacético
y amante del deporte, comenzó a transitar esta última
disciplina organizando campeonatos de baby football en las instalaciones
de la Sociedad Española. Posteriormente, conociendo las
habilidades de ex futbolistas, los reunió en su domicilio
y así fundo el Club Atlético Veteranos
Paivenses, ocupando su presidencia por muchos años.
Honrado; trabajador; emprendedor; visionario; en ocasiones serio
hasta la severidad, afable y de humor chispeante en muchas otras.
Su temprana desaparición interrumpió, abruptamente,
la trayectoria que siempre proyectó más allá
de sus propios intereses.