Lo primero que da la profesión es sacrificio y dedicación.
A lo largo de cada existencia está presente la imagen
de quien ha impartido la educación, reflejos de aquellos
años que se expresan con sentimientos. Pablo Neruda
recordó por siempre a su maestra de largos vestidos,
que lo inició en las letras. Ella, su maestra, se llamaba
Gabriela Mistral.
Osvaldo
Ríos asistió, desde 1945, a la Escuela Nº
688 y su recuerdo se dirige hacia el maestro director Carreras.
Recto, con mucha disciplina “era una autoridad máxima
que no se cuestionaba, contando siempre con la aprobación
de los padres. A veces por travesuras, la maestra me mandó
a la dirección... eran otras épocas”,
dijo Osvaldo. También recordó a la portera
que preparaba mazamorras y ellos hacían filas.
Felisa Serrano vivía en Fortín Inca (Santiago del
Estero), a pocos kilómetros de Tostado. Asistió
a la Escuela Nacional Nº 38 y definió a su maestra
de 3º y 4º grado como “la maestra con mayúsculas,
sus manos delicadas brillaban como mojadas frente a mis
ojos de niña y cuando falleció mi papá,
corrí a contárselo a la señorita Elena”,
dijo.
En
1950 Felisa llegó a Laguna Paiva para quedarse a
vivir. Muchos años después descubrió
que la señora Elena Germaint de Kobelinsky también
reside en ésta ciudad y va a visitarla, estableciendo
contactos directos llenos de emoción y recuerdos
de ambas partes. La señora Elena es anciana y su
memoria se alejó. Felisa repitió que “es
la maestra sublime, especial, toda su enseñanza la
llevó en mí”.
Virginia
Domínguez tiene 8 años, está cursando
el 3º año de EGB en la Escuela Nº 688.
Exhibe fotografías y habla de su maestra Lucía
que es muy buena y la quiere mucho. En su mente ya comienza
a elaborar recuerdos de “la señorita Graciela
que se fue de directora en la Cuña Boscosa”.
Regina
Cilario empezó a ir, en 1940, a la Escuela Nº
31. Su maestra Margarita Rosa D’ Maris apreciaba siempre
los tres rulos y bucles de Regina. La maestra era de Santa
Fe y viajaba en tren, un día quiso llevarla a pasear
a Regina... “no se de donde me salieron las palabras,
le dije no, en Santa Fe hay guerra”, recuerda mientras
se ríe de su anécdota.
Vicente
Buigues fue a la Escuela Nº 33 de Campo Andino donde
se cursaba hasta 4º grado. La maestra Juanita Teresa
Smak era de Laguna Paiva y llegaba en lo que podía:
sulky, carro, camiones. Los días de lluvia y hasta
que el barro se secase no había clases. Vicente también
recordó con cariño a la directora Angélica
Mateo.
Elba “Beba” Palmas recuerda a la maestra Alida Almirón,
en aspecto físico como la palabra “ala”
(método de enseñanza generador) que les enseñaba.
“Alta, elegante, con sus manos abiertas para tomar
las muestras, pequeñitas en la Escuela Nº 123
de Pozo Borrado” (a 360 kilómetros al norte
de la ciudad de Santa Fe, lugar donde siempre escaseó
el agua). Beba expresó que con la señorita
Alida aprendió los versos para homenajear a los hombres
de mayo, con mente de niña. Los primeros pasos abrieron
frente al calor, palabras y sonidos.
Los
recuerdos se tornan inolvidables, El valor de la educación
es un legado porque solamente un pueblo educado será
libre y desarrollado.